LA
RESIGNIFICACIÓN DEL PEI IMPLICA VERDADEROS COMPROMISOS GRUPALES
Una de las principales armas
con que ha contado la sociedad, desde la época antigua, para poder surgir como
un ser superior ante los demás es el conocimiento. Éste, permite al hombre escudriñar
todo su contexto, buscando respuestas a lo desconocido y hallando soluciones
imprevistas. La mayoría de este conocimiento se adquiere a través de unos
elementos acumulados, organizados y estructurados impartidos en unos momentos y espacios predeterminados.
Todos estos elementos constituyen los aprendizajes autónomos y dirigidos, que buscan la adquisición de
unos procesos, permitiendo la ubicación adecuada de la persona en la sociedad,
con unos criterios, perfil y desempeños básicos para poder cumplir con el rol
por el cual se ha preparado.
Teniendo claro que es lo que
se desea, se hace un poco menos complejo el camino para llegar al horizonte y
poder alcanzar las metas propuestas. Es aquí donde la institución educativa
crea el espacio desde donde se direcciona la buena adquisición de unos
conocimientos que deben servirles al estudiante en su buen desempeño laboral.
Pero, ¿la educación de jóvenes y adultos en que debe fundamentarse? ¿Bajo qué
criterios debe impartirse un aprendizaje que sea significativo para ellos? Y si
las horas académicas no son iguales a la de los estudiantes regulares, como
también algunas prioridades del plan de estudio, y notando las diversas
desventajas que se presentan en comparación con los educandos de las jornadas
normales ¿los resultados de las pruebas externas (ICFES) no arrojaran siempre
un puntaje poco favorable en esta clase de educación?
Se hace necesario dar una
visión muy exhaustiva al horizonte institucional que posee todo ente educativo,
ya que si no se tiene un camino claro por donde transiten los diversos
estamentos educativos, difícilmente van a logra conseguir el alcance de los
objetivos y metas propuestas en el Proyecto Educativo Institucional. De aquí
nace entonces la implementación de unas políticas claras, dirigidas a un grupo
específico de la sociedad: Jóvenes y Adultos. Por tal razón, la articulación de
un Proyecto Educativo Institucional que origine el dinamismo a través de una
verdadera aplicabilidad, se hace más que urgente empezar a realizar los primeros
pininos que garanticen el inicio de una
realidad que debe ser. Entonces, la reestructuración del P.E.I, y en
especial algunos apartes fundamentales del componente conceptual como lo es la misión y visión que tienen las instituciones educativas donde se imparte la
jornada nocturna, sabatina y dominical, debe ser la génesis de todo este
proceso de renovación, reestructuración y articulación de sus Proyectos
Educativos Institucionales.
Bien es cierto, muchas de
estas instituciones educativas solamente tuvieron en cuenta las perspectivas de
los partícipes de la educación regular cuando crearon el horizonte
institucional, sin mirar que al lado poseían el acompañamiento de otra clase de
estudiantes, con características diferentes a los atendidos en la regular,
donde muchos de ellos poseen intereses particulares reflejados en una realidad
social. Por esta razón, la articulación de las necesidades estudiantiles
(estudiantes regulares y estudiantes de la educación de jóvenes y adultos) debe
ser el elemento prioritario para que los entes educativos sepan para donde van
con estas dos clases de dicentes. Es bien cierto que los intereses de estas dos
clases de alumnos son, en un elevado
porcentaje, muy opuestos: mientras que un gran número de los estudiantes de la educación
regular terminan el bachillerato y prosiguen sus estudios en universidades o
instituciones técnicas, porque la edad, la convivencia aún con sus padres y la
no presencia de una obligación con otra persona son factores que favorecen esta
elección; los educandos de la modalidad jóvenes y adultos, muchos de ellos
tienen una situación definidas y pocos son los que desean especializarse o
capacitarse. Y si en verdad tuviera en funcionalidad el Proyecto Educativo
Institucional, y en especial el componente comunitario, se tendría una
información clara y precisa de donde están los egresados. Si en verdad la
misión y visión son factores contextuales reales, o simplemente son letras
bonitas cubiertas con una sabana lúgubre ocultando un mundo irreal de ilusiones.
La realidad mencionada
anteriormente sobre los interese particulares de los estudiantes jóvenes y
adultos, afectan en gran medida los buenos resultados que debía obtenerse en
las pruebas externas, puesto que las motivaciones para seguir un camino de
aprendizaje obligan al estudiante a prepararse para enfrentar un examen que le
dirá si puede ingresar o no a la educación superior. Mientras que los jóvenes y
adultos desean únicamente culminar el bachillerato, dedicándose al trabajo
informal o en el caso de algunas alumnas, a sus obligaciones matrimoniales.
Todo lo anterior implica un cambio total, desde una transformación en el
currículo, como se mencionó en los inicios, porque esta resignificación
conlleva a analizar los procesos culturales, los recursos humanos, físicos y
académicos con que cuenta la institución para poder realizar una labor acorde a
las necesidades prioritarias de los estudiantes. Unos alumnos que están
identificados, que acuden a las instituciones para poder tener una segunda oportunidad
en sus estudios, por lo tanto deben ser atendidos con unas actividades
flexibles en un lapso de tiempo determinado por los semestres que especifican
cada uno de los CLEI donde empiezan sus procesos pedagógicos.
En síntesis, la
resignificación del PEI implica no solo transformar algunos de los componentes
que lo conforman, sino transformar la visión estudiantil, que les permitan ir
mucho más allá de las acciones elementales y puedan pensar en una verdadera
transformación social de sus necesidades. Anexo a todo esto, se encuentra el
perfil del docente de esta educación inclusiva. Donde el compromiso debe ser
mucho mayor que el que posee con los de la educación regular, adquiriendo un
cambio renovador que pueda ser percibido por todos durante el desarrollo de los
procesos en el aula de clase y fuera de ella, y el compromiso directivo debe
estar dirigido como elemento facilitador de todo esto. Dotar con los recursos
físicos y humanos necesarios para que los procesos vallan siendo visibles,
permitiendo todo esto la evaluación del alcance de las metas propuestas por
todos.
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